Testigo Yervant Apelian

Secretario del Consulado General Armenio, Berlín, 23 años, gregoriano. Jura.

PRESIDENTE - ¿Ha vivido usted en la calle Augsburger, en la casa de la Señora Stilbaum, junto con el acusado, llegando a ser su amigo?


TESTIGO – Sí, en diciembre del año pasado lo conocí por intermedio de un amigo. Me lo presentaron y me preguntaron si podía conseguirle una vivienda cerca mío ya que se trataba de un compatriota que desconocía el idioma y quería estar entre connacionales. A raíz de eso hablé con la dueña de casa y me dijo que hasta el primero de mayo ponía a mi disposición una habitación que jamás había alquilado hasta entonces. Así, luego de su aprobación, al día siguiente llegó el acusado. Eso fue en diciembre, después de Navidad. Por aquel entonces yo tomaba clases con el maestro de baile Friedrich; le sugerí a Tehlirian e insistí para que él concurriese también. El curso comenzaba en noviembre, él se incorporó un poco tarde. Cada martes, viernes y domingo íbamos a clase Eftian, Tehlirian y yo. Era un curso particular y duró tres meses.

PRESIDENTE - ¿Qué hacía usted además de cumplir con sus funciones en el consulado? ¿Salía todos los días?

TESTIGO – De noche.

PRESIDENTE - ¿Todos los días estaba con el acusado?

TESTIGO – Vivíamos juntos. Un día en que estaba sólo con él me dijo que quería estudiar y ser artista, pero no me interesé mayormente. Otro día, durante la clase de baile, se desplomó; lo ayudé y se recuperó. La crisis duró de cinco a diez minutos y luego de recuperarse quiso volver a casa.

PRESIDENTE - ¿Tuvo otro desvanecimiento similar?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE - ¿Fue ese el desvanecimiento que motivó la consulta a un médico?

TESTIGO – Sí, lo revisó el Dr. Haage. No sé lo que pasó después, pues no estuve presente.

PRESIDENTE – Además de aquel desvanecimiento durante la clase del baile, ¿le notó otros estados patológicos de carácter alucinante?

TESTIGO – Sufrió tales crisis muchas otras veces y una vez en las escaleras, pero yo no las presencié, él me las contaba.

PRESIDENTE - ¿Se quejaba de dolor de cabeza?

TESTIGO – Sí, decía que tenía dolor de cabeza; y tenía una herida en la cabeza. No puedo precisar cuándo fue, podría ser en enero, antes de la crisis, durante la lección de baile.

PRESIDENTE - ¿De qué se ocupaba el acusado? ¿Tomaba clases? Desde mediados de enero hasta fines de febrero tomó lecciones con la Señora Beilnhon, ¿con qué frecuencia?

TESTIGO – Creo que tres veces por semana.

PRESIDENTE - ¿También trabajaba en casa?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Le notó otros estados patológicos, nerviosismo o distracción por ejemplo?

TESTIGO – Sí, era muy sensible, se ofendía cuando le demostraba una cosa negada por él, pero en general nos llevábamos bien.

PRESIDENTE - ¿Sabe algo de su vida pasada? ¿Hablaba con usted de las cosas que le habían ocurrido?

TESTIGO – Sí, me contó que había perdido a sus parientes.

PRESIDENTE - ¿Cuándo se lo contó?

TESTIGO – Hace mucho tiempo, no lo podría precisar.

PRESIDENTE - ¿Hablaron de quién fue el causante de la pérdida de sus parientes?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE - ¿Le mencionó la estadía de Taleat en Berlín o que se debía hacer algo con él?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE - ¿Le anunció previamente su intención de mudarse a la casa de la Señora Tiedmann?

TESTIGO – No, no dijo dónde se iba a mudar, pero un día me pidió que le dijera a la Señora Stilbaum que él quería dejar la habitación, pues el médico le había señalado los perjuicios del gas.

PRESIDENTE – Vale decir que le señaló a usted su estado de salud como motivo del cambio de domicilio.

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Le dijo que había encontrado una vivienda en la calle Harttenberg?

TESTIGO – No, no sabía dónde estaba ya que por aquel entonces no quedaba en pie nuestra antigua amistad.

PRESIDENTE - ¿Cultivaba la amistad de otros? ¿Lo visitaba el Señor Eftian, por ejemplo?

TESTIGO – Sí, muchas veces nos juntábamos los tres.

PRESIDENTE - ¿Pero últimamente mantenía usted muy poca relación con él?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Notó usted un cambio en su conducta poco antes de la mudanza, o el acusado seguía siempre igual?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE – Cuando le dijo que quería mudarse, ¿le hizo alguna objeción?

TESTIGO – Pregunté por el motivo del traslado.

PRESIDENTE - ¿Y él señaló su estado de salud?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Sabía usted que el acusado poseía una pistola?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE - ¿Tenía una valija?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Revisó esa valija? ¿Le parece que el acusado tenía ya la pistola cuando vivía en la calle Augsburger?

TESTIGO – Eso no lo sé.

PRESIDENTE - ¿No le dijo haber visto a Taleat en la calle?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE – Sin embargo han estado tanto tiempo juntos…

TESTIGO – Después eso me extrañó, pero nosotros no hablábamos de política.

PRESIDENTE – Creo que aquí no se trata de hablar de política. ¿Sabía usted que Taleat vivía en la calle Harttenberg?

TESTIGO – No, además Tehlirian no mencionaba a Taleat.

PRESIDENTE - ¿No se refería a Taleat?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE – Además de usted, Eftian y Terzibashian, ¿tenía el acusado otras relaciones?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE – ¿Puede decirnos cómo el acusado ha desembocado en el hecho? ¿Qué nos puede decir con respecto al mismo?

TESTIGO – No, nada.

DEFENSOR VON GORDON - ¿Estaba usted enterado de su desvanecimiento en la calle Jerusalemer?

TESTIGO – Sí.

DEFENSOR VON GORDON - ¿El mismo Tehlirian se lo dijo?

TESTIGO – Sí.

DEFENSOR VON GORDON - ¿Es una costumbre generalizada entre los armenios referirse lo menos posible a las horrendas masacres sufridas por el su pueblo?

TESTIGO – Se habla de ellas, pero no frecuentemente.

PRESIDENTE – Esos hechos pertenecen ya al pasado.

DEFENSOR VON GORDON – Cuando se habla de las matanzas, ¿en qué puntos se hace hincapié?

TESTIGO – Hablamos de las desgracias que hemos padecido.

PRESIDENTE - ¿No sabía usted que Taleat estaba aquí? ¿Tampoco se lo había dicho el acusado?
TESTIGO – No, con él no he hablado en absoluto de estos temas.

DEFENSOR VON GORDON – Cuando le dijo que tenía la intención de mudarse, ¿pudo usted comprender por sus palabras si ya había alquilado el nuevo departamento o simplemente le anunciaba su proyecto de mudarse?

TESTIGO – Me dijo que el sábado se mudaría de mi casa.

DEFENSOR VON GORDON - ¿Pero no le dijo que estaba disconforme y por ese motivo quería cambiar?

TESTIGO – No, no me dijo eso.

DEFENSOR VON GORDON - ¿No tuvo usted la impresión de que él ya había encontrado vivienda pues, de lo contrario, no hubiera podido decir así, categóricamente, que el sábado se mudaría?

TESTIGO – Sí.

DEFENSOR VON GORDON – Señora Tiedmann, cuando el acusado alquiló su habitación estaba desocupada. ¿Se instaló el mismo día o algunos días después?

TESTIGO TIEDMAN – Cerca de tres o cuatro días después de alquilar, el domingo por la mañana, pues la habitación no estaba desocupada.

PRESIDENTE – (Al traductor) Diga al acusado que el Señor Apelian ha testimoniado que se enteró de tres desvanecimientos y que él le señaló al Señor Apelian como motivo de su traslado a la calle Augsburger, razones de salud (Se traduce).

DEFENSOR VON GORDON - ¿Cuántos alumnos concurrían a las clases de baile?

TESTIGO APELIAN – Sesenta a setenta personas.

DEFENSOR VON GORDON – ¿Trataba el acusado de conversar con las señoritas? ¿Era retraído o audaz?

TESTIGO – Por lo general no era audaz, no bailaba con una señorita determinada sino con varias, conversaba con ellas creyendo así perfeccionarse en el idioma alemán.

PERITO LIPMANN - ¿No resultaba extraña su actitud de hombre muy cerrado y silencioso?

TESTIGO – Era silencioso, callado. No era alegre ni expansivo como los demás.

PERITO LIPMANN – Es muy extraño lo que dice en el sentido de que nunca se refería a las matanzas. Él, que había tenido una participación tan directa, ¿cómo es posible que no las mencionara?

TESTIGO – Un día, durante nuestra conversación, leíamos el libro de Lepsius sobre Armenia; de repente me sacó el libro, diciéndome: “Deja, no abramos las viejas heridas...”

PERITO LIPMANN – Es decir que se evadía y no quería recordarlas.

TESTIGO – Tomó el libro y dijo: “Dejemos el libro, divirtámonos...”

PERITO KASSIRER - ¿Sabe usted si el desvanecimiento ocurrido durante la clase de baile obedeció a una causa especial?

TESTIGO – No, sólo dijo que no se sentía bien y quería regresar a casa.

PERITO KASSIRER – ¿Durante aquella caída hizo alguna exclamación, sollozó o pronunció algunas palabras?

TESTIGO – No, no eran exclamaciones sino sollozos.

PERITO KASSIRER – ¿El acusado temblaba?

TESTIGO – Sí, le salía espuma de la boca.

PERITO KASSIRER – ¿La espuma era de color?

TESTIGO – No.

PERITO KASSIRER – ¿Cuánto duró el temblor?

TESTIGO – Casi diez minutos.

PERITO KASSIRER – ¿Se recuperó de inmediato?

TESTIGO – Sí.

PERITO VORSTER – Dice usted que no había ningún motivo para la crisis. ¿No es posible que sin que usted lo sepa, el acusado, por alguna causa, se haya acordado un poco tarde de las matanzas?

PRESIDENTE – Las crisis se han repetido varias veces.

PERITO KASSIRER – Dice el testigo ignorar la existencia de algún motivo, pero siempre queda en pie la posibilidad de una causa determinante. ¿No es posible que el acusado un poco antes haya visto a su alrededor cadáveres, y con eso haya revivido las matanzas? ¿Sabe usted algo al respecto?

TESTIGO – No, pero me dijo una vez que antes de las crisis sentía un fuerte olor y de inmediato se desplomaba.

PERITO STÖRMER - ¿Me permite recordarle que en el consulado armenio me dijo usted que el desvanecimiento comenzaba con un fuerte grito?

TESTIGO – No puedo precisar si era grito o llanto, en todo caso palpaba a su alrededor y se desplomaba. No puedo agregar nada más.