Berlín, comerciante, 28 años, gregoriano. No es pariente ni consanguíneo del acusado. Jura.
PRESIDENTE - ¿Sabe algo con respecto al acusado y el hecho?
TESTIGO – El acusado hacía compras en mi negocio; allí lo conocí.
PRESIDENTE - ¿Cuándo ocurrió eso?
TESTIGO – Algo así como tres o cuatro meses antes del hecho.
PRESIDENTE - ¿Habló con él confidencialmente?
TESTIGO – Cuando lo conocí me contó que estaba enfermo; le recomendé comprar chocolate y me hizo caso. Dijo también que una vez restablecido pensaba estudiar.
PRESIDENTE - ¿Cuándo ocurrió eso?
TESTIGO – Tres o cuatro meses antes del hecho. No puedo agregar nada más.
PRESIDENTE - ¿Le contó también que durante las crisis perdía el conocimiento?
TESTIGO – No.
PRESIDENTE - ¿De modo que usted lo vio por primera vez en su negocio?
TESTIGO – Sí, en mi negocio.
PRESIDENTE - ¿Lo vio después? ¿Se encontró con él frecuentemente?
TESTIGO – Quizás alguna otra vez haya venido a mi negocio.
PRESIDENTE - ¿Nunca lo visitó en su domicilio?
TESTIGO – No.
PRESIDENTE - ¿No sabe nada con respecto a su modus vivendi?
TESTIGO – No. Volví a entrevistarme con él sólo cuando actué como intérprete en el Tribunal, durante la primera audiencia de instrucción.
PRESIDENTE – De acuerdo a lo afirmado por uno de los testigos que lo precedieron, dijo usted que el acusado es un gran hombre.
TESTIGO – Para mí es un gran hombre.
PRESIDENTE - ¿Ha perdido usted también parientes en las matanzas?
TESTIGO – Mis padres fueron asesinados en Aintab en 1896…
PRESIDENTE - ¿Eso lo sabe por haberlo visto personalmente? Por aquel entonces usted tendría apenas dos años y medio.
TESTIGO – En 1896 tenía cinco años. Estas tragedias, reiterándose incesantemente, se han conservado frescas en mi memoria.
PRESIDENTE - ¿Sus dos padres fueron asesinados en aquel momento?
TESTIGO – Entonces fueron asesinados mi padre, mi madre, mi abuelo, un hermano y un tío paterno. En mi familia permanentemente tocaban el tema. Todo eso lo he visto yo. Presencié el asesinato de mi abuelo…
PRESIDENTE – Fue en 1896, ¿acaso es tan poderosa la memoria infantil?
TESTIGO – Sí, cuando las impresiones son tan violentas.
PRESIDENTE - ¿Logra usted recordar todo eso sin confundirse?
TESTIGO – Con la narración reiterada la imagen grabada conserva una vigencia permanente.
PRESIDENTE – Vale decir que usted también sintió una íntima satisfacción por el hecho y para usted fue de por sí comprensible que alguien pudiera actuar de esa forma.
TESTIGO – Naturalmente que es comprensible.
PRESIDENTE - ¿Considera usted correcta y veraz la confesión del acusado ante el juez de instrucción?
TESTIGO – No la considero correcta por el simple hecho de que al acusado no le resultaba nada agradable ser interrogado con la cabeza vendada. Decía: “¡Lo hice, lo maté…!”. A la pregunta de si había actuado con premeditación, dijo: “Sí, con premeditación...!”
PRESIDENTE – Entonces usted confirma lo escrito en el informe del interrogatorio del 16 de marzo; pero usted tenía la impresión de que el acusado lo decía por decir algo, ¿Expresó usted sus dudas?, ¿Fueron motivo de discusión?
TESTIGO – Sí, y por eso mismo no firmé el informe.
PRESIDENTE – (Revisa el informe) Efectivamente, este informe no ha sido firmado por el intérprete.
DEFENSOR VON GORDON - ¿Se negó usted a firmar el informe?
TESTIGO – Sí.
PRESIDENTE – Al pie del informe figuran estos nombres: Tehlirian, etc., pero falta el del traductor.
TESTIGO – Pensé que el hombre podía no estar en su sano juicio, que no tenía conciencia de lo que decía y que quizás no fuera conveniente interrogarlo justo ese día.
DEFENSOR VON GORDON - ¿Tuvo usted la sensación de que el acusado tuviese fiebre?
TESTIGO – Yo no lo revisé, leí en el diario que tenía fiebre; por otra parte, todavía tenía la cabeza vendada. Pero noté una cosa: estaba íntimamente satisfecho y decía: “¡Yo lo maté…!”
PRESIDENTE - ¿Fue motivo de discusión el hecho de que usted se haya negado a firmar el informe? ¿Preguntó el instructor: quiere usted firmar el informe?
TESTIGO – Le dije al instructor que no lo podía firmar porque no sabía a ciencia cierta si el acusado había declarado todo conscientemente.
PRESIDENTE – Existe la duda para poder asignarle el valor de “informe” a ese informe.
DEFENSOR NIEMEYER – Me parece imposible tomar por informe ese escrito. No es un informe de instrucción, pues no consta que el intérprete lo haya traducido.
PRESIDENTE – Vale decir que usted ha conocido al acusado en su negocio, y además del interrogatorio no ha tenido otra relación con él.
TESTIGO – No.
PRESIDENTE - ¿Se acuerda, acusado, de si el testigo no quería firmar el informe?
ACUSADO – No puedo acordarme.
PRESIDENTE - ¿Hay más preguntas para el testigo? (No hay).