Testigo Crisdine Terzibashian

Esposa del testigo anterior, 26 años. El interrogatorio se hace por intermedio de intérprete. Jura.

PRESIDENTE - ¿Sabe algo con relación al hecho?


TESTIGO – No.

DEFENSOR VON GORDON – Ruego interrogue a la testigo en relación a las matanzas. En primer término dónde vivía y si estaba en su patria durante la guerra.

TESTIGO – Estaba en Garín.

PRESIDENTE - ¿Es su lugar de nacimiento?

TESTIGO – Sí.

PRESIDENTE - ¿Allí tuvieron lugar deportaciones?

TESTIGO – En julio de 1915 fueron concentrados los habitantes de la región y se decía que era urgente abandonar la ciudad.

PRESIDENTE - ¿Aparecieron en la ciudad carteles en el sentido de que los armenios debían ser deportados?

TESTIGO – Primero, por intermedio de policías y funcionarios se notificó a los notables de la ciudad, y luego se dijo que la ciudad entera debía ser evacuada porque se encontraba en la línea de fuego y los ciudadanos debían ser alejados. Los adinerados de la ciudad se enteraron con ocho días de anticipación, los otros, una hora antes de la deportación. Luego se supo que todo era una trampa y que únicamente sería deportada la población armenia.

PRESIDENTE - ¿De una sola vez fue sacada toda la población fuera de la ciudad?

TESTIGO – En cuatro veces.

PRESIDENTE – ¿En cuatro grupos?

TESTIGO - Cuatro grupos en ocho días.

PRESIDENTE - ¿Se enteraron de la suerte de los grupos precedentes quienes se quedaban atrás?

TESTIGO – No.

PRESIDENTE - ¿Se dijo cuál sería su destino?

TESTIGO – Primero iríamos hasta Yerzingá.

PRESIDENTE - ¿Con qué grupo salieron ustedes?

TESTIGO – Con el segundo.

PRESIDENTE – Díganos cuántas personas fueron deportadas, cómo ocurrió, qué pasó cuando avanzaron ustedes.

TESTIGO – Nuestra familia contaba veintiún miembros. De ellos viven únicamente tres.

PRESIDENTE - ¿A cuánto ascendía todo el grupo?

TESTIGO – Quinientas familias.

PRESIDENTE - ¿Cómo murieron sus parientes?

TESTIGO – Nuestra familia se componía de veintiún miembros. Habíamos alquilado tres carros de bueyes y cargamos todo lo que podíamos llevar. Estaban con nosotros mi padre y mi madre, tres hermanos, el mayor de treinta años, tres varones, el menor de seis meses, mi hermana casada con su marido, seis hijos, el mayor de veintidós años. Vi con mis ojos la muerte de todos. Sólo se salvaron tres. ¡Juro que fueron deportados por orden de Constantinopla!

PRESIDENTE – ¿En qué forma?

TESTIGO – Cuando dejamos la ciudad y nos encontrábamos en las puertas de la fortaleza de Garín, llegaron los policías y con el pretexto de buscar armas nos sacaron hasta los cuchillos de cocina y los paraguas. De Garín llegamos a Baberk. Cuando pasábamos delante de esa ciudad vimos montones de cadáveres y yo estaba obligada a pisotear cadáveres… Se me mancharon los pies de sangre…

PRESIDENTE - ¿Los cadáveres eran de contingentes anteriores procedentes de Garín?

TESTIGO – No, eran de Baberk. Luego llegamos a Yerzingá. Nos habían prometido dar alojamiento, pero no nos estaba permitido ni siquiera vivir, no nos dejaban tomar agua… nos vimos obligados a entregar los bueyes, que fueron conducidos hacia las montañas…

PRESIDENTE - ¿Cómo desembocó la situación en la masacre en la cual fueron asesinados sus parientes?

TESTIGO – Cuando avanzamos un buen trecho, de los grupos fueron separados quinientos jóvenes, entre ellos uno de mis hermanos, pero pudo escaparse y volvió a mi lado. Lo disfracé de mujer y así logró quedarse conmigo. Los otros jóvenes fueron masacrados.


PRESIDENTE - ¿Qué les pasó a los jóvenes separados?

TESTIGO – Fueron atados unos a otros y tirados al agua…

PRESIDENTE - ¿Cómo lo sabe?

TESTIGO – Lo vi con mis propios ojos…

PRESIDENTE - ¿Vio que fueron lanzados al río?

TESTIGO – Sí, fueron tirados al río y la corriente era tan fuerte que se llevó a todos…

PRESIDENTE - ¿Qué fue de los que se quedaron atrás?

TESTIGO – ¡Gritábamos, llorábamos, no sabíamos qué hacer…! ¡Pero tampoco nos dejaban llorar, nos empujaban hacia delante a bayonetazos…!

PRESIDENTE - ¿Quiénes?

TESTIGO – Treinta gendarmes y un batallón de soldados…

PRESIDENTE - ¿Golpeándolos?

TESTIGO – ¡Sí…!

PRESIDENTE - ¿Qué pasó con sus parientes?

TESTIGO – Con lo que podíamos cargar a cuestas, llegamos a Malatia. Allí nos llevaron a la montaña y los hombres fueron separados de las mujeres. Las mujeres estaban a diez metros de los hombres y podían ver con sus propios ojos lo que les pasaba a los varones…

PRESIDENTE - ¿Qué les pasaba a los varones?

TESTIGO - ¡Los mataron a hachazos y los tiraron al agua…!

PRESIDENTE - ¿Realmente fueron masacrados en esa forma las mujeres y los hombres?

TESTIGO – Sólo los hombres fueron masacrados en esa forma. Cuando oscureció un poco, llegaron los policías, eligieron a las mujeres y muchachas más hermosas y las poseyeron. Uno de los gendarmes se me vino encima tratando de poseerme. Quienes no querían ceder, acceder, obedecer, recibían bayonetazos. Hasta fracturaban las costillas de las mujeres embarazadas, sacando y tirando el feto... (Gran tumulto en la sala) ¡Lo afirmo bajo juramento!

PRESIDENTE - ¿Cómo se salvó usted?

TESTIGO – Decapitaron a mi hermano. Mi madre, al ver eso, se desplomó, muriendo en el acto. Luego llegó un turco y quiso poseerme, y como no cedí tomó a mi hijo y lo lanzó a un costado...

PRESIDENTE - ¿Cómo se salvaron?

TESTIGO – A lo lejos percibí un humo y fui en su dirección... Allí encontré a mi hermano y a su mujer embarazada ya a punto de dar a luz. Nos dijeron que esa misma noche dejaríamos ese lugar y nos vimos obligados a abandonar a la mujer embarazada de mi hermano...

PRESIDENTE - ¿Llegaron luego a Samsek? ¿Cuántos eran?

TESTIGO – Aproximadamente seiscientas personas...

PRESIDENTE - ¿Y de su familia?

TESTIGO – Mi padre, dos hermanos y yo...

PRESIDENTE - ¿Quiere decir que ustedes también llegaron a Samsek?

TESTIGO – Sí. Allí se enfermó mi padre y fue entonces que llegó una orden prohibiendo llevarse a los enfermos, había que tirarlos al agua... Sacaron a mi padre de la carpa... mi hermano lo trajo nuevamente, falleció aquella misma noche...

PRESIDENTE - ¿Y sus dos hermanos?

TESTIGO – Viven.

PRESIDENTE - ¿Realmente todo esto es verídico? ¿No es imaginación?

TESTIGO – Lo que he contado es muchísimo menos que la realidad. ¡Fue mucho más espeluznante...!

PRESIDENTE - ¿Se quedó usted en Samsek?

TESTIGO – No quería permanecer en Samsek. Debíamos ir a Surmush. Por último nos llevaron a un monte, sacándonos lo que todavía nos quedaba...

PRESIDENTE – Por aquel entonces ¿a quién se consideraba responsable de esos horrores?

TESTIGO – Se ejecutaba por orden de Enver Pashá y los soldados obligaban a arrodillarse a los deportados y exclamar: “¡Viva el Pashá...!” ya que los había dejado vivir... (Tumulto en la sala).

DEFENSOR NIEMEYER – Del comprensible tumulto se evidencia que las declaraciones de la testigo se toman por inverosímiles. Sin embargo tenemos en nuestro poder miles de informes oficiales del mismo tenor. Para no dejar la más mínima posibilidad de duda en cuanto a la veracidad de las declaraciones de la testigo, rogamos sean interrogados ahora los dos peritos, Prof. Dr. Lepsius y Su Excelencia Otto Liman Von Sanders, en relación a la composición y formación de los cuadros militares y policías turcos en aquella época.

DEFENSOR VON GORDON – Basándonos en las verdades sobre las cuales no tenía hasta hoy una noción clara, luego de esta escalofriante descripción, creo que podemos prescindir del testimonio de los testigos que aguardan afuera. Quizás también ellos, como yo, desean oír a los peritos. Solicito además que otra descollante personalidad, el Obispo Balakian, especialmente llegado de Manchester a Berlín, sea interrogado. El Obispo Balakian ha vivido estos hechos terribles, quiero decir que los ha visto personalmente y podremos oír de él si toda la Nación Armenia considera culpable a Taleat Pashá. Que si es realmente culpable, es otro problema.

FISCAL KOLNIK – Yo también considero conveniente que los dos peritos sean escuchados con referencia a las relaciones reinantes entre la policía y las reservas militares turcas.

PRESIDENTE – Señor intérprete, diga al acusado que la testigo se refirió detenidamente a las matanzas.

TRADUCTOR – Ya lo entendió.

PRESIDENTE – Es natural.